Conversación sobre “Dejar ir”

Conversación sobre “Dejar ir”

Ryder: ¿Cómo se desarrolla el sentido de identidad a lo largo del tiempo y qué podemos hacer de manera práctica para dejar ir de ese sentido de identidad?

Sarah: Cuando te refieres al “sentido de identidad”, ¿te refieres a la idea de “yo soy”, “este soy yo”, “yo soy Ryder”?

Ryder: Sí.

S: ¿Puedes recordar algún momento en la vida en el que no existiera la idea de “mí”, de “mí mismo”?, ¿o de otra persona como mi madre, mi padre o alguien más?

R: No…

S: Correcto y ese es el punto. Esto es lo que enseñó el Buda. Enseñó que a lo largo de la vida en diversos nacimientos, por incalculables nacimientos en el pasado, siempre ha existido este sentido de “mí”, este sentido de “yo soy”, debido básicamente a la ignorancia. Por ignorancia siempre ha existido el tomar lo que se experimenta por ser algo, por ser alguien; así que este es el status quo.

Entonces, sin escuchar acerca de la verdad, siempre existirá la idea de “algo”, de algo escuchado y alguien visto. Así es como esto se acumula con el tiempo. Desde el comienzo de la vida, el comienzo de la última vida, el comienzo de todas las vidas, siempre ha existido la idea de alguien, de algo.

A menos que comencemos a escuchar más acerca de cuál es la verdad en este mismo momento, que lo que de hecho se escucha ahora es solo sonido, no alguien, no algo, –a menos que haya una consideración correcta de la verdad en la vida, momento a momento– siempre habrá este sentido de identidad. Lo cual se debe a que siempre habrá ignorancia y apego.

Lo que el Buddha enseñó es que la ignorancia y el apego son la causa de que la vida siga y siga y la causa de todos los disturbios, todas las dificultades… Por lo que, en realidad, nunca somos nosotros, quienes podemos dejar ir este sentido de identidad. Lo que puede dejar ir es únicamente el entendimiento ahora mismo de que solo se ve el objeto visible, que solo se escucha el sonido y, que el escuchar en este momento o el ver en este momento, son solo momentos de experiencia. No hay un “yo” que escucha o un “yo” que ve. Por lo que nunca es el yo el que puede dejar ir. Sólo el desarrollo del entendimiento de la verdad puede dejar ir.

Pero por supuesto que cuando hay dolor o confusión es cuando a todos nos gustaría una solución: una varita mágica. Esto es porque es desagradable; a todos nos gustaría deshacernos de la confusión, deshacernos del dolor. Incluso ahora, cuando todo está bien, cuando todo es agradable, cuando no hay confusión ni dolor, lo único que hay es diferentes dhammas (realidades, no seres o cosas). Solo hay dhammas que surgen y desaparecen: no hay ninguna “cosa” o “persona” allí, no hay un “yo” que pueda “hacer”.

Por lo que la verdad en la vida es que en este momento no hay un yo, un ser, un si mismo, es decir, no hay ninguna identidad que pueda controlar la vida. Nadie puede hacer que el sentimiento placentero dure. Nadie puede evitar que surja el dolor. Nadie puede hacer que el ver no surja. Nadie puede en lo más mínimo hacer que el oír dure. Todo lo que surge, surge por diversas condiciones y para luego desaparecer inmediatamente. Hay momentos de experiencia agradable, momentos de experiencia desagradable, ver, oír, pensar. Todos están surgiendo por condiciones, pero no hay alguien que pueda controlar lo que surja. No hay una identidad, es decir, un poder más allá de las condiciones.

Entonces, el objetivo no es dejar de tener dolor o dejar de tener confusión, sino comprender que estos son dhammas que surgen de un momento a otro y desaparecen instantáneamente; al igual que los dhammas agradables, a los que nos aferramos todo el tiempo y no quisiéramos que se desvanecieran.

¿Te ha ayudado esto un poco?

Jonothan: Dejar ir las ideas erróneas que sostenemos, significa dejar ir las ideas que se tienen sobre cómo son las cosas –como la idea de identidad– y que se ha entendido que no van de acuerdo con la manera en que las cosas son en realidad.

Dejar de lado los puntos de vista equivocados no es algo que se pueda hacer, porque son esas mismas ideas erróneas las que intentarán dejar ir; cualquier hacer estará contaminado por esas mismas ideas erróneas y, por lo tanto, no tendrá ningún efecto útil.

El dejar ir solo puede ocurrir en virtud del desarrollo del entendimiento sobre el que el Buddha habló, es decir, el entendimiento de cuál es la verdad sobre el momento presente (el instante de realidad presentándose ahora mismo). En virtud de ese entendimiento que se va desarrollando gradualmente, hay un abandono gradual de las ideas erróneas sobre cómo son las cosas.

De hecho, no es que la noción de identidad sea un objeto de atención seleccionado. Hay muchos tipos diferentes de puntos de vista equivocados y algunos de ellos se relacionan con la idea de un yo, pero también hay otros. Lo que es importante tener en cuenta es que aquí efectivamente no hay una meta o una selección de objetos. Uno valora que al tener un mejor entendimiento de cómo son realmente las cosas, cualquier idea errónea que se tenga se desvanecerá gradualmente.

“No selección”. Mucha gente tiene la noción de que la forma de “lidiar con” un tipo dado de objeto no placentero es “atraparlo” y averiguar por qué surgió o, en el caso de una visión incorrecta en particular, contrarrestarla con una visión “correcta”. Sin embargo, como hemos llegado a saber, el entendimiento es quien decide –a su debido tiempo– cuál será su objeto y con qué resultado.

Por eso hablamos mucho de la realidad del momento presente. Realidades tales como, ver y el objeto visible; oír y el sonido; o el pensamiento que sucede todo el tiempo sin parar.

Al principio, uno puede tener dificultades para ver la relación entre un mejor entendimiento de, por ejemplo, ver o el objeto visible, u oír o el sonido –y– el objetivo final del que habló el Buddha: la iluminación. Pero, es mediante el desarrollo del entendimiento correcto, que se abandonan el entendimiento incorrecto y las ideas incorrectas.

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